sábado, 1 de mayo de 2010

Sabor a hierbabuena...

"Cuéntame al oído. muy despacio, muy bajito, a que supo ese primer beso. ¿Tuvo el dulce aroma de la hierba buena? ¿Agarraste su mano, entrelazando los temblorosos dedos, mientras vuestros labios iban acomodándose? ¿Acaso ella te acarició tan delicadamente como si hubiera sido una leve brisa del viento, uno de tus rebeldes mechones de pelo? ¿Le dijiste "te quiero"? ¿Fuiste sincero? Cerraste los ojos...y la quisiste, en ese momento la querías para toda la vida. Querías despertar y ver sus ojeras, sus pelos despeinados, su sonrisa dandote los buenos días seguida de otro beso...y otro...y otro más... Querías abrazarla tan fuerte que sintieras su respiración dentro de tí. Deseabas que toda tu vida fuera ese momento, que no existiera nada más...Algo así como una isla, aunque también podía ser la cima de una montaña, o un avión sin hora de aterrizaje. Y entonces le diste mayor intensidad a ese beso, pero con cuidado de proteger el tesoro de su boca. Y apretaste su mano contra tu pecho y con la otro acariciaste levemente su espalda hasta llegar a su pelo....Y entonces...abriste despacio los ojos ...Y eran azules. No eran los ojos color miel de hacía trece besos. Entonces te susurró "Yo también" en el oído. Pero ese "yo también" ya no tenía ningún sentido...
Cuéntame al oído, cuéntame si aún recuerdas ese beso, sabor hierbabuena, o simplemente dejame que te susurre, aquí, ahora, sin importar lo que vayas a decirme, sin importar que amaras otros ojos que no fueran color miel...Acerca tu oreja y escucha mis susurros: " Yo también " "

No hay comentarios:

Publicar un comentario